Los árbitros han dejando de señalar faltas en las que el atacante se abalanza sobre el defensor y Harden, Lillard, Doncic o Trae Young lanzan muchos menos tiros libres. Otros, como Draymond Green, lo celebran: «Estaban haciendo trampa»
Durante sus últimas 10 temporadas en la NBA, James Harden ha lanzado una media de 10 tiros libres por partido. En la 2019/2020, su última completa con los Rockets, alcanzó su cima, casi 12, 800 en total en sus 68 partidos. Teniendo en cuenta que no está lejos del 90% de acierto, el resultado eran casi 10 puntos garantizados por noche que, de repente, se han esfumado.
Harden era el paradigma de aquella tendencia de la que también obtenían buenos réditos tipos como Luka Doncic, Trae Young o Damian Lillard. Son los más perjudicados sin duda por un sintomático cambio de reglas y todos tienen en común un aspecto que hace que lo que está sucediendo alimente la polémica: pierden los talentosos, ganan los defensores. Aunque esta vez que parece que con justicia.
Volviendo al ejemplo de La Barba, en su peculiar arsenal ofensivo que tanto le debe al inteligente uso de su físico, se incluían acciones de amagos y choques antinaturales que ahora no se penalizan en la NBA. Habitual era verle fintar un lanzamiento y abalanzarse él mismo contra el defensor: una apuesta segura para visitar la línea de tiros libres.
Entonces, ¿qué ha pasado para que a Harden ya no le valga el truco, para que se lancen menos tiros libres que nunca en la NBA, para que varias estrellas hayan visto reducidos sus números alarmantemente? La culpa la tiene una norma. la que la NBA ha empezado a aplicar esta temporada y que vigila en tres niveles a esos lanzamientos con mirada de reojo al oponente. No se sanciona cuando el tirador se lanza o inclina hacia el defensor en un ángulo anormal, cuando saque la pierna para buscar el contacto o cuando se desvíe abruptamente de su camino, hacia los lados o hacia atrás, buscando el impacto con el defensor.